Bancarrota: Evítala

Desde hace unos meses, se está hablando demasiado de las quiebras de empresas al no poder hacer frente a su futuro inmediato por la infinidad de problemas y vicisitudes que nos están acechando cada día.

Tenemos conflictos bélicos, falta de suministros, alta inflación, falta de profesionales cualificados, clima político convulso, inflación. ¿Qué más nos hace falta para hacernos tiritar de miedo o angustiarnos en exceso?

Se hace difícil leer un periódico, ver las noticias en TV, escuchar algunas tertulias de la radio o incluso la voz de algunos expertos para echarnos a temblar sobre la situación que nos viene encima.  No es de extrañar que los procesos de depresión psicológica estén creciendo de manera alarmante.

Hay que ser valiente para emprender en este país. Es una profesión de riesgo.

A parte de los inconvenientes mencionados más arriba, y que son de rabiosa actualidad, hay que añadir la enorme burocracia a la que hay que hacer frente para gestionar un negocio, si no quieres ser sancionado, o simplemente si quieres trabajar con determinados clientes que te exigen a su vez un montón de papeles. Estamos en un mundo digital, pero en el fondo, es cada vez más la cantidad de papeleo “electrónico” que nos exigen.

Si has podido superar todo lo anterior, aún te queda la gestión de la empresa. De su día a día con los problemas y oportunidades que se van generando constantemente y que hay que saber afrontar. 

¿Qué factores influyen?

Hay un sinfín de factores que pueden influir o determinar el colapso de una sociedad. Al principio del texto hemos mencionado algunos factores externos que nos pueden hacer peligrar el negocio. Estamos viendo que hay muchos concesionarios de automóviles que ven reducidas sus ventas por la falta de suministro de vehículos, provocado a su vez por la falta de microchips, o de gasolineras que han cerrado al no poder financiar los 20 céntimos que les ha de pagar el Gobierno, por citar un par de ejemplos.

A su vez, a parte de los elementos externos, están los internos como generadores de inestabilidad. Hay muchos que pueden provocar grandes turbulencias y problemas. El hecho de tener una posición financiera débil, unos márgenes de venta demasiado ajustados, tensiones internas con el personal, falta de liderazgo y una larga retahíla de factores que no acabaríamos de enumerar pueden hacer caer también un negocio.

Delante de este arsenal de amenazas externas y flaquezas internas, lo primero que debemos tener claro para evitar la bancarrota de la empresa, es conocer la situación real de lo que está sucediendo y saber con exactitud las causas. De la misma manera que cuando tenemos algún dolor o enfermedad acudimos al profesional médico para que nos haga las pruebas para determinar cuál es el diagnóstico, y por tanto, poder actuar rápidamente sobre lo que nos afecta. Exactamente lo mismo debe ocurrir en una empresa.

Antes del colapso, siempre afloran problemas financieros; falta de tesorería, imposibilidad de pagar a los proveedores, impuestos, etc. Además, los bancos nos cierran la puerta de la liquidez, lo que complica aún más las cosas.

Si nos encontramos ante esta situación es necesario actuar con celeridad, ya que el tiempo suele jugar en contra nuestra. A menudo los empresarios piensan que los problemas se irán resolviendo, o que están haciendo lo correcto para revertir la situación. La realidad suele ser tozuda y lo que hay que acometer son cambios de rumbo sin demoras.

¿Qué debemos hacer?

Hay toda una serie de factores que se deben tener en cuenta para poder evitar la bancarrota:

  1. Por muy difícil que parezca, hay que mantener siempre tesorería disponible, ya que en caso de tener que solicitar, por ejemplo, un concurso de acreedores, estos cerrarán rápidamente el grifo, por lo que nos harán pagar por avanzado. Si no hay dinero para pagar, poco se podrá hacer. Por la tanto es básico mantener un saldo de efectivo razonable para poder hacer frente a pagos.
  2. Hay que conseguir, antes de que la situación sea extrema, una nueva financiación con proveedores y también con entidades financieras. Si se alarga la financiación, automáticamente se va a alargar el tiempo para ir solucionando los problemas de base que tiene el negocio.
  3. En el caso de que la situación sea complicada debido a que los gastos son mayores que los ingresos, o que estos últimos no sean suficientes, tendremos que:
    • Analizar los costes para ver por donde se puede recortar. Siempre hay algún tipo de gasto que, debidamente analizado, se puede suavizar o incluso eliminar.
    • Incrementar las ventas. Habrá que redoblar el esfuerzo comercial con los clientes actuales o con nuevos. Puede ser que haya un exceso de stock de productos acabados o de mercancías que se pueda vender con más facilidad. Los comerciales tendrán que trabajar muy duro.
    • Intentar reducir el plazo de cobro de clientes y aumentar el de pago a proveedores.
    • Habrá que subir los márgenes de venta. Es complicado hacerlo, pero en la actualidad, con el enorme incremento de los costes de las materias primas, suministros de gas y electricidad, y gastos de personal es más fácil que nunca justificar un posible incremento de precio. Probarlo, ya veréis como en muchas ocasiones lo vais a conseguir. También hemos de ajustar los costes como hemos dicho anteriormente.
  4. En ocasiones, la situación puede ser compleja al haberse realizado inversiones importantes que no se puedan amortizar según lo previsto. En este caso, habrá que conseguir una refinanciación a más largo plazo o incrementar márgenes para poder generar más tesorería que permita seguir con los plazos establecidos, aunque esto último suele ser más lento de conseguir.

Lo importante en estos casos es actuar con rapidez, rigor y de manera planificada antes de que la situación se vaya haciendo cada vez más compleja. Es la única manera de revertirla.

En Vela Consultors, hemos ayudado a muchas empresas a salir de contextos muy complicados. Tenemos los conocimientos y la experiencia para afrontar este tipo de escenarios con garantías de éxito. Llevamos ya muchos años codo a codo con empresarios que han pasado dificultades, y que ahora se sienten liberados y felices con sus negocios.

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